Para el
jardinero es mala hierba;
crece
silvestre, en lugares no deseados.
Sus raíces
débiles aferradas a la tierra, titubean libertad.
Su semilla
germina como la luz, desparramándose con el viento, sin prejuicios ni tabúes.
Su tallo
erecto lo mantiene vivo. Canal de digestión.
No necesita
agua ni amor.
Moldeable a
la adaptación divina,
se adecua a
cualquier estación.
Infinitos
aparecen en mi camino con sus tres folíolos, esperanza, fe y amor.
Unos pocos
mutantes tienen 4, al que se le suma la suerte.
Particularidad
frente a tanta igualdad.
Este es el del
buen augurio, sobre todo si se encuentra al azar.
El trébol,
mi talismán.
Sus hojas
danzan en armonía con la luna, que flotando maneja las mareas.
Esperanza
etérea.
Espolvoreado
con esmeralda dorada
Difícil de
encontrar,
pero la
pérdida es fugaz en la multitud homogénea.
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