lunes, 28 de diciembre de 2015
Caricias
La naturaleza le extirpó uno de sus sentidos. Y ella escuchó la melodía del amor, a través de las caricias.
viernes, 18 de diciembre de 2015
Incertidumbre en libertad
Mi
espalda serena esta sostenida por el lago, pero la cascada hace ruido
Se lo
que quiero para mañana, pero no se qué quiere mañana para mi
La
hoja está en blanco
Intento
trazar renglones, pero se rehúsan
Me
dejo llevar
Al
rato quiero tener todo impecablemente organizado
Quiero
descansar
Pero
que trabajo me da no hacer nada
Las
manos se me van, de tanta repetición
Y los
pensamientos se cruzan, para no pensar
El
tiempo pasa rápidamente lento y no sé qué pasa
La incertidumbre me seduce
Alivia
y aterra
La
certeza aburre
La
rutina me encandila, abruma mis ideas
La
novedad me libera
Quiero
hacer dormir a los pensamientos insomnes
Para
ver con mayor claridad
La
marea me quiere arrastrar, pero resisto
Ayer
pasó distinto, hoy vivo, y mañana veré
Los
días son sabrosos, eligiendo que hacer
La
tempestad etérea es efervescente
A
veces elijo bien, otras me eligen
Lo de
ayer es onírico, lo de hoy efímero y mañana eterno
La
música me hace viajar, el aroma también
Viajar
me inunda de adrenalina, y aprender lo mismo
Los
caminos le dan oxigeno a la vida
Y
todos los caminos conducen a Roma, pero yo no quiero ir ahí
La
experiencia la gozo y lo nuevo me acaricia
El
inicio ya está, el nudo se escurre entre mis dedos, y del desenlace ni hablar…
domingo, 13 de diciembre de 2015
Te amo
Te veo y me completas.
Te miro y me
pasa de todo.
Te observo y
me da tranquilidad.
Te descubro
cada día.
Te siento y
me quemo por dentro.
Mi piel con tu piel, gritan risas.
Sensaciones
que no tienen explicación.
Te toco, el
placer entra por la mano y me recorre todo el cuerpo.
Te escucho y
me estremezco.
Te huelo y
hago una fiesta.
Te tengo y
vivo.
Con vos todo es más fácil, porque te tengo
porque te quiero conmigo.
Nuestras lenguas boreales se enredan.
Cuerpo con
cuerpo se fusionan y es onírico.
Mis labios
recorren toda tu piel y se derriten.
Te quiero
conmigo, porque te amo.
jueves, 10 de diciembre de 2015
Fuente de Oxígeno
La semilla, tierna por dentro, da a luz.
Sobre la cascara externa comienzan a brotar pequeños trozos de lo que va a ser. Desde abajo arrancan con cautela, queriendo salir corriendo de lo oscuro, para asomarse a la vida.
Sobre la cascara externa comienzan a brotar pequeños trozos de lo que va a ser. Desde abajo arrancan con cautela, queriendo salir corriendo de lo oscuro, para asomarse a la vida.
Las raíces comienzan a fluir, alargándose. Penetran la tierra,
sin temor a lo negro. Se adaptan y buscan hasta encontrar su comodidad, sin
cesar de crecer.
Mientras el suelo lo amamanta. El sol y la clorofila hacen lo
suyo.
…La tierra. Mulata. Le abre paso con
todo respeto…
La rigidez áspera de su tronco, impone presencia y empieza a
expandirse. Genera ramas que se visten con hojas pintadas de varios colores.
…Aromas divinos. Flores
incandescentes…
Se adecuan a cada estación y a cada región….
para seguir viviendo y hacernos vivir.
martes, 8 de diciembre de 2015
Amantes
Me fui... dando pasos tenues, no quería pisar muy fuerte ni
tampoco que pasen desapercibidos. La brisa húmeda empapaba mi cuerpo
desnudo. Con una mano llevaba toda mi ropa, la otra la había usado para cerrar
la puerta. Frené. La brisa se calmó y comencé a vestirme. Seguí caminando, el
destino era incierto, tan incierto como la decisión que había tomado. ¿Hice
bien en irme?
Ya me estaba yendo. Por orgullo, tal vez, no había vuelta
atrás. Sabía que si me iba en mitad de la noche, era la última vez. Pero así lo
hice, puede ser por cobarde o por cómoda, quizás también puede ser por costumbre. Pero lo cierto es que lo hice y ya no
había vuelta atrás. El destino comenzó a ser certero, y llegué a mi casa.
Con extremada cautela coloqué la llave en la cerradura, solo
se escuchaba el chillido de la bisagra. Entré y el aroma de la rutina se me
vino encima. Esta vez sí, los pasos tenían que pasar desapercibidos. Deje toda
mi ropa y me acosté. Al lado tenia a mi marido, sentí tranquilidad y desánimo
al mismo tiempo.
domingo, 6 de diciembre de 2015
Desencuentro
Era una noche negra. Queríamos pasar desapercibidos pero la
luna grande y amarilla iluminaba todo. Estábamos los dos sentados en el banco.
La suavidad del aire cálido nos rosaba a cada instante. El silencio era tan
amplio que aturdía nuestros oídos. Y de a poco nos empezamos a soltar al compás
de la brisa. Las palabras eran ásperas, pero salían de su dulce garganta. A
pesar de eso, yo quería decirlo y no me animaba. Creo que los dos sabíamos para
que estábamos. Pero no era para lo mismo.
Mi timidez me envolvía. Entonces escribí la palabra en el
lápiz labial, y le di un beso, quedó grabada en su boca. Como sus labios
estaban desnudos, enseguida entendió que lo amaba.
Lo que da que hablar…
Salgo a la
vereda. Giro mi cabeza. Observo. Hay mucha gente. Alguien
pasa en auto sin saludar. La vecina concentrada en hacer entrar a los nenes que
llegan de la escuela. El
kiosquero fuma un pucho y Norma, sentada, mira el piso hundida en sus
pensamientos.
Arriba, el cielo comienza a tener
dibujos blancos y suaves, con diversas formas amigables y maléficas.
Luego de una pincelada los dibujos se tiñen de gris y de a poco
comienza a subir el tono. Ya pierden su ternura.
Y dan qué hablar.
En el suelo las hojas de los árboles corren, hacen rondas
y bailan a un compás. El viento, que comienza suave, aumenta su velocidad.
El ritmo del silbido se torna cada vez más agudo.
Y da qué hablar.
Los árboles erguidos muestran su espléndido verde. Más
tarde se inclinan todos para el mismo lado. El perfume del aire a tilo y a
jazmines se convierte en olor a tierra mojada.
Y da que
hablar.
La temperatura empieza a bajar.
Siento
las gotas que acarician mi rostro. A mis oídos llegan bullicios y pasos fuertes.
Las ruedas de los autos resbalan por la humedad. El kiosquero reniega porque se le apagó
el pucho.
Y da qué hablar.
Norma entra a la velocidad de la luz y los nenes reciben
el grito de la madre ordenándoles que se apuren. Todos buscan rápidamente
un refugio. Es un instante y de golpe no
quedó un alma, se siente el vacío.
Y da que hablar.
Dejo que las gotas caigan, fluyan sobre mi cuerpo. Gozo de
la libertad y de la lluvia en mí. Entro. Los truenos y relámpagos se hacen
notar. Miro por la ventana y en la calle no hay nadie. Cierro los ojos y
comienzo a disfrutar de la música que teclean las gotas sobre la chapa.
Y
ya no da qué hablar…
viernes, 4 de diciembre de 2015
Noche
El crepúsculo
me toca con el dedo por la espalda.
Me hago la
tonta, no quiero.
La oscuridad
se hacía notar cada vez más, y el crepúsculo insistía en mi espalda.
Me hago la
tonta, no quiero.
De celeste
oscuro, azul y negro.
Llega la
noche.
El
crepúsculo no jode más.
Me hago la
tonta, no quiero.
Negro, negro
y negro enfrente de mis ojos.
Llegó la
noche.
Y, no quería...
Desilusión
La calle está
despejada. Es un día de esos que no dicen mucho. El cielo está totalmente
cubierto por nubes. Algunas más claras y otras que se imponen. Se escucha el
silencio de la ciudad desértica.
Vamos de la mano,
caminamos de acá para allá como si estuviéramos enredadas. Yo la miro desde
abajo, y cada paso que da son tres míos. Por momentos voy a la rastra. Aceleramos
la marcha, frenamos, piensa y luego volvemos.
Cuando se distrae, su
cara repercute preocupación, pero si se da cuenta que la estoy mirando
enseguida me transmite serenidad. El ímpetu de su destreza no lo puede
disimular. Su mano me comienza a transmitir sudor y fragilidad. No sé qué pasa,
pero confío. Ella nunca me defraudó, siempre me cuidó. Me entrego a su abrigo,
y siento el calor de la tranquilidad.
Frenamos, la rigidez de la mano se sintió. Yo
no decía ni mú. Ella mira hacia ambos lados como si estuviera en una
encrucijada, en medio de una laguna. Esta vez no ocultó el desasosiego.
Nos perdimos, dice mi madre…
…… y el mundo se me
cayó.
Acordeón
Los amplios
anteojos marrones.
Tus largas y
delgadas piernas castañas, que siempre cruzabas.
Vos sentado en aquel sillón. Tu trono.
Con tus
nietos hacías música, a mi me tocaba el acordeón.
Vendías y
hacías juguetes, el sueño de cualquier niño.
Vos tan
largo y tu cigarro tan corto.
No tengo
más recuerdos.
Solo
momentos inmóviles, reflejados en fotos.
Y fueron 7
años. Los borré.
Sé, que
todos te querían.
Artesano.
Y por eso,
me quedé con más ganas.
Estuve donde
no tenía que estar, para enterarme antes, de tu final. Algo me perturba; te caracterizaba la bondad y lo servicial.
Siempre me
quedó por preguntar; ¿De qué te querías escapar?
La ironía del juego
Hidalgo estaba sentado en la penumbra del comedor de su casa. Miraba el reloj seguido. Su mamá, con el delantal de cocina puesto le repetía; “aún es la hora de la siesta”. Llegado el momento, todos los chicos se reunían y comenzaba la travesía. Algunos corrían y otros en bicicleta, iban en busca de aquel lugar. Él tenía la suya, pero en ocasiones, corría, para acompañar a Juan y a sus hermanos.
Juan tenía 8 hermanos. A la mañana iba a la escuela. Cada día lavaba su ropa para llegar impecable. En clase clavaba los ojos en los renglones en blanco del cuaderno. Aprendía lo que podía. En el recreo se sentaba utilizando paredes como respaldo mientras perdía su mirada. Las agujas del reloj para él estaban clavadas. Pero no decía ni mú.
Terminado el escaso almuerzo, Juan hacía la tarea. Se sentaba sin recibir órdenes y tampoco ayuda. Finalizados los deberes salía en busca de sus vecinos para jugar. Bah… ellos jugaban.
Juan, Hidalgo y algunos más, llegaban a ese lugar que tanto les gustaba. Corrían, cortaban frutas, se las tiraban entre ellos, buscaban escondites, cazaban palomas y varias travesuras más. Cuando comenzaba a bajar el sol, las voces se esfumaban y quedaban los vestigios del juego: frutas aplastadas, palomas muertas…
Los chicos empezaban a desaparecer, pero Hidalgo siempre esperaba a Juan, su fiel amigo,
-Andá Hidalgo, yo espero a mis hermanos. Así mamá no nos reta.
Era probable que cuando llegaran, su mamá no estuviera, pero a Juan le gustaba decir eso.
Y así pasaba la infancia entre frutas y palomas; juego y hambre; ironías y realidades; angustia y amistad.
Los días de lluvia nadie salía a jugar. Todos se divertían esperando que por la ventana se asomara el arco iris. Para Juan, el arco iris perdía sus colores.
Lo que no entendía Hidalgo, es por qué Juan nunca quería volver con él. Le ofrecía su bicicleta, sabía que adoraba deslizarse sobre las dos ruedas como si se comiera el mundo, pero tampoco así aceptaba.
Hidalgo luego del ofrecimiento, cabizbajo y dubitativo, volvía a su casa.
Y un día…cuándo el sol daba la señal del regreso, preguntó:
-Juan ¿Por qué nunca te querés volver conmigo?
-Porque espero a mis hermanos. Mis padres quieren que volvamos juntos.
Pero Hidalgo no se quedó conforme. Al otro día, saludó a Juan sin preguntar nada. Tomó la bicicleta del manubrio con calma y comenzó a caminar. Pasos intranquilos. Cada tanto miraba hacía atrás. Cuando llegó a la esquina, en silencio dejó la bicicleta en el piso. No le importaba que lo retaran por llegar retrasado. Solo quería entender a su amigo para brindarse. Clavó la mirada expectante.
Pasó el tiempo. Hidalgo comienza a inquietarse. No quería llegar muy tarde porque la penitencia iba a ser fuerte. Pero ya estaba ahí. Solo le quedaba esperar.
A sus oídos comienzan a llegar varias voces y pasos bien marcados. Se oculta mejor. No quiere que su amigo se enoje y espera…
Era Juan con sus hermanos. Hidalgo observa. Se queda un rato pensando y atónito vuelve a mirar. Eran ellos. Cada uno abrazaba los vestigios de las frutas y carnes de guerra. Hidalgo entiende…
Juan no iba a jugar.
Juan tenía 8 hermanos. A la mañana iba a la escuela. Cada día lavaba su ropa para llegar impecable. En clase clavaba los ojos en los renglones en blanco del cuaderno. Aprendía lo que podía. En el recreo se sentaba utilizando paredes como respaldo mientras perdía su mirada. Las agujas del reloj para él estaban clavadas. Pero no decía ni mú.
Terminado el escaso almuerzo, Juan hacía la tarea. Se sentaba sin recibir órdenes y tampoco ayuda. Finalizados los deberes salía en busca de sus vecinos para jugar. Bah… ellos jugaban.
Juan, Hidalgo y algunos más, llegaban a ese lugar que tanto les gustaba. Corrían, cortaban frutas, se las tiraban entre ellos, buscaban escondites, cazaban palomas y varias travesuras más. Cuando comenzaba a bajar el sol, las voces se esfumaban y quedaban los vestigios del juego: frutas aplastadas, palomas muertas…
Los chicos empezaban a desaparecer, pero Hidalgo siempre esperaba a Juan, su fiel amigo,
-Andá Hidalgo, yo espero a mis hermanos. Así mamá no nos reta.
Era probable que cuando llegaran, su mamá no estuviera, pero a Juan le gustaba decir eso.
Y así pasaba la infancia entre frutas y palomas; juego y hambre; ironías y realidades; angustia y amistad.
Los días de lluvia nadie salía a jugar. Todos se divertían esperando que por la ventana se asomara el arco iris. Para Juan, el arco iris perdía sus colores.
Lo que no entendía Hidalgo, es por qué Juan nunca quería volver con él. Le ofrecía su bicicleta, sabía que adoraba deslizarse sobre las dos ruedas como si se comiera el mundo, pero tampoco así aceptaba.
Hidalgo luego del ofrecimiento, cabizbajo y dubitativo, volvía a su casa.
Y un día…cuándo el sol daba la señal del regreso, preguntó:
-Juan ¿Por qué nunca te querés volver conmigo?
-Porque espero a mis hermanos. Mis padres quieren que volvamos juntos.
Pero Hidalgo no se quedó conforme. Al otro día, saludó a Juan sin preguntar nada. Tomó la bicicleta del manubrio con calma y comenzó a caminar. Pasos intranquilos. Cada tanto miraba hacía atrás. Cuando llegó a la esquina, en silencio dejó la bicicleta en el piso. No le importaba que lo retaran por llegar retrasado. Solo quería entender a su amigo para brindarse. Clavó la mirada expectante.
Pasó el tiempo. Hidalgo comienza a inquietarse. No quería llegar muy tarde porque la penitencia iba a ser fuerte. Pero ya estaba ahí. Solo le quedaba esperar.
A sus oídos comienzan a llegar varias voces y pasos bien marcados. Se oculta mejor. No quiere que su amigo se enoje y espera…
Era Juan con sus hermanos. Hidalgo observa. Se queda un rato pensando y atónito vuelve a mirar. Eran ellos. Cada uno abrazaba los vestigios de las frutas y carnes de guerra. Hidalgo entiende…
Juan no iba a jugar.
miércoles, 28 de octubre de 2015
Luna
Digna de
venerar
tu aura
dorada te entibia
blancura
fría, nieve divina.
El
crepúsculo tu aliado,
te libera de
la centinela.
Suspendida
al compás del universo
luz rebelde
frente al negro
presente en
todo lo inmenso al mismo tiempo.
Humilde a la
dignidad divina
siempre
desde arriba
pero para
abajo mira.
De tu
ombligo salen grietas,
caminos infinitos,
que vuelven al centro
y del centro
salen, dejando el surco del sudor.
Te envuelve
un polvo brillante, y
tus raíces
invisibles, ancladas en las mareas.
Almacigo de
la energía.
miércoles, 14 de octubre de 2015
Olvidos que duelen
Tan acostumbrada a que cuides de mí y de a poco el rol se fue
invirtiendo, soy yo quien cuida de ti. Arrancaron los olvidos esporádicos, esos que
hasta tomamos con humor. Luego comenzaron a ser cada vez más frecuentes,
pero parecía que elegías que recordar y
que no. Ahora ya no elegís. Tus olvidos te privaron de la libertad de viajar en
el recuerdo.
Tu pasado intacto está
aferrado a la memoria. Tu presente tan volátil como el alcohol.
….Cada acto se vuelve efímero en el recuerdo….
A medida que el olvido se vuelve rutina, mis ojos se entristecen.
Pasaste de no recordar tus andanzas del fin de semana, a olvidar que almorzaste hace un rato. Sabías todo sobre
mí, ahora hasta se te esfuma mi vida.
…Tu refugio para mi es el arte, para vos la pintura…
…Tu refugio para mi es el arte, para vos la pintura…
Te rehúsas a no recordar, y eso habla de tu fortaleza y
valentía. Por eso la insistencia de querer
volver a cada olvido, preguntando una y otra vez. Y yo, ejercité mi
paciencia para responderte, hasta sentirte bien.
Ver cómo se van evaporando los recuerdos, y lo sublime de
cada información que recibís me hacen temblar como un niño. El esfuerzo por
querer recordar algo, es un acto en vano, angustiante para todos.
Te caracteriza la magia de salir corriendo del olvido, con
una risa, o un chiste tan vivo como tus ganas de seguir recordando.
viernes, 4 de septiembre de 2015
En tiempos de; "me clavó el visto"
Me
clavó el visto, es una frase que está en pañales, y que últimamente está en la
boca de varias personas, entre amigos, familias, parejas. Es una sencilla
frase, que trae entre manos muchos
problemas. Nuestros abuelos no entienden, no hay forma de explicárselos,
nuestros padres entienden de qué se trata pero no les llega a generar
sentimientos. Y a nosotros, vino a perturbarnos lejos de simplificarnos las
cosas.
Esta
hermosa herramienta creada no hace mucho, nos hace esclavos del celular y
pensamientos en vano. Antes uno mandaba un mensaje de texto y esperaba una
respuesta, los mensajes eran caros, entonces se escribía lo concreto y
necesario o se llamaba por teléfono cuando era algo más largo e importante, y
ni hablar de la libertad cuando no existía el celular.
En
cambio ahora la secuencia es muy distinta, primero enviamos un whatsapp, o un
mensaje por facebook, esperamos un rato de no más de 3 minutos y volvemos a
mirar para ver si el mensaje se envió, corroborado el destino del mensaje , nos
creemos tranquilos y dejamos el celular como diciendo ya está, pasado unos
minutos más y al no haber respuesta, volvemos a agarrar el celular para ver si
clavó el famoso visto, esta vez zafamos de que ingresen los fantasmas y
seguimos esperando, al volver a mirar y ver el visto bien clavado, la mente
comienza a divagar, los fantasmas de los pensamientos ingresan sin pedir
permiso.
Y acá
comienza la secuencia de los pensamientos en vano que caen como cataratas, primero me quiero hacer la que no me afecta
pensando en positivo, tal vez está ocupado o no puede hablar en este
momento, vuelvo a dejar el celular y relajo, el tiempo de relax dura unos
minutos. Y ahí comienza la odisea, vamos a ver la otra hermosa herramienta; "ultima hora de conexión", primero vemos que no se volvió a conectar,
después que volvió pero tal vez entró y salió, al tiempo nos quedamos un rato
esperando vemos que está en línea, y sigue en línea, o sea que está hablando
con otra persona, para otra persona tiene tiempo? ahí la mente que estaba en
punto muerto, pone quinta de una y arrancan los pensamientos negativos; qué
onda? porque no me va a contestar?, que le cuesta poner un ok, o después te
escribo? O simplemente no tengo ganas de hablar con vos, pero que ponga algo! Por
cuestiones de cortesía, de respeto, una respuesta, por más que no tenga ganas de
hablar, no se le niega a nadie, al menos para dejar contenta a la persona que
escribió.
Pensemos
que sería que te claven el visto en vivo y en directo, vos estás hablando con
una persona y de golpe, él otro no te mira más y no te responde, vos le
hablas y no te responde, vemos que no sería nada agradable.
Hay
personas que no se dejaron enroscar tanto por esta aplicación, y sencillamente
si tienen que clavar un visto lo clavan y entienden a la persona que se los clavó.
Hay otro tipo de personas que se hacen los que no están enroscados, y clavan
vistos para llamar la atención, hacerse los relajados, y están bien
pendientes. Y está el otro tipo de
personas, las más damnificadas por el tema , que son las que se enredan
completamente con la causa, al punto de tenerle fobia a los dos tildes azules,
capaces de enviar un mensaje y borrarlo al instante con tal de no ver aparecer
los famosos tildes azules, este último tipo de personas no puede entender como
existe alguien que, del otro lado del teléfono leyó un mensaje y no lo
contestó, y demás está decir que jamás clavarían un visto ni a su peor enemigo,
a lo sumo largan un Ok.
Para
muchos, que le claven un visto es falta de interés y genera mal estar, para
otros no contestar es una pavada.
Lo claro es que esta famosa
herramienta de las redes sociales nos vino a complicar la existencia haciendo
de un pequeño detalle muchos seres humanos más embobados con el celular, y ni
hablar como aumentó el nivel de peleas y momentos tensos.
Inspirado en una amiga, que si delato
su identidad, me clava el visto de por vida.
miércoles, 2 de septiembre de 2015
Los besos que caen de maduro (desafío Roman Borda)
Cada vez que
se encontraban era una fiesta. No hacía falta que los astros se alinearan para
verse. Los días y las noches los llamaban, y ellos estaban juntos, las palabras
fluían, las caricias sobraban. Cada vez que Alba se levantaba, ya tenía un
mensaje de saludo, era él, los pensamientos se entrecruzaban todo el día, el en
ella y ella en él. Día por medio pactaban un encuentro, se disfrutaban, tenían
muchos temas en común, gustos, música, lugares. Pero cada vez que terminaba el
encuentro, Alba se iba con una sensación de una espina que la acariciaba, había
algo que no entendía, no sabía porque todo terminaba en una suave y dulce
caricia, y no avanzaban. Ya hacía meses que la atracción los unía y hacían de
esos encuentros un regalo a la vida. Se hablaban, se entendían, se respetaban, se reían, pero él
no la besaba. Nadie entendía que pasaba, era tan obvio.
Alba con
tanta pureza e inocencia seguía viéndolo, los momentos juntos cada vez eran más
perfectos, ella se regocijaba en él, y el se reía en ella. Durante la noche las
estrellas brillaban cada vez que los veían, y en el día el sol los agasajaba.
Todo parecía
tan obvio, que el beso tenía que venir, el tiempo pasaba y Alba esperaba.
Las
palpitaciones se hicieron presentes y Alba preguntó. El silencio la aturdía y
ya no aguantaba más. Quedó intacta ante la respuesta, el vacío la cubrió entera,
no podía hablar pero sus ojos gritaban.
El no la
besaba porque estaba casado, la desilusión se hundió en el pecho de Alba, sus
mejillas se comenzaron a humedecer y la soledad la llamaba, como iba a hacer,
después de conocer la perfección mas imperfecta. El tiempo se dilató y los
encuentros desaparecieron, el sol de Alba nunca más calentó, y sus amaneceres
perdieron el color.
Literatura abstracta!
De un tiempo
a esta parte he estado intrigada con la “literatura abstracta”, busqué algo de
información y sinceramente no encontré demasiado.
Cuando me
remito a la definición general de Arte Abstracto, entiendo por ello, que es el
que prescinde de objetos reales, de objetos que ya están establecidos y tienen
un significado. Y a través de las obras se propone una nueva realidad distinta
a la existente.
Rechaza
cualquier copia de modelo exterior a la conciencia del artista.
Cuando lo
quiero traspasar a la literatura, lo primero que pienso es, ¿cuáles son las
herramientas con las que trabajo?, así como los pintores trabajan con, líneas,
puntos, sombras etc. Los escritores usan como herramientas las letras, no así
las palabras, porque las palabras ya tienen un significado.
Lo que
concluyo de todo esto, es que a partir de letras, se puede crear un escrito,
rompiendo con todos los paradigmas establecidos. Sin usar palabras que ya
tengan un significado externo. Usando uniones de letras, formando palabras
nuevas, y que a su vez deje un mensaje o sea agradable de leer para al menos un
lector.
Me parece un enorme desafío; encontrar literatura abstracta que guste, que se disfrute, que transmita.
Lo primero que me salió fue esto:
Acío sentu siusiusiu
a marem seeeens zae. Maraia miam alaia zei.
Te desafío, te animas a escribir algo abstracto?
Ana
Ana decide irse a dormir, cuando cierra la ventana observa y la noche sigue así, el cielo oscuro está cubierto de nubes, esas nubes casi amarillas que hacen que
parezca de día.
Se asoma y
respira humedad al mismo tiempo que siente como chocan en su cara gotitas
microscópicas de agua.
Cierra la ventana, y como todas las noches controla
que este todo en su lugar, palpa el picaporte de la puerta y controla todas las
ventanas de una manera casi obsesiva. Deja la ropa para el día siguiente bien doblada y con
cuidado que no la invada ninguna arruga,
en la silla blanca que tiene en su cuarto. La cocina en orden, apaga
absolutamente todas las luces y por fin se desploma en la cama, una caída con
alivio y relajante, pero su mente no acorde a su cuerpo, hace ruido esta desordenada,
sabe que la mañana iba a ser larga y todo continuaba muy gris.
El día está muy peligroso, ella tiene que
viajar 200 km a encontrarse con un viejo
amor, el encuentro está previsto hace 4
meses, 4 meses que se hicieron largos.
Ana desayuna , en pijama sin peinarse toma las llaves del auto y sin
importar nada , sale, no se ve mucho,
pero Ana arranca , las calles de la ciudad están calmas, todo viste de blanco,
los semáforos no funcionan, y no anda un alma ,
toma la ruta sin precaución, y
aprieta el acelerador, va muy fuerte y
como si flotara entre nubes, en la ruta no pasa un solo auto, Ana aturdida por
su música y cantando en voz muy alta, de golpe pisa la banquina, el volante
empieza a girar y Ana pierde el control, grita,
la invade el miedo, no sabe que hace ,
trata de girar el volante pero no le responde, el auto sigue andando a
mucha velocidad pero ella no puede hacer nada, hasta que da con el freno, y el
auto empieza a girar , ella grita desconsoladamente, al mismo tiempo que da
vueltas y vueltas.
Ana salta
asustada de la cama como si estuviera cayendo, había tenido una pesadilla, mira
el reloj y todavía tiene una hora más para dormir.
7 am suena el despertador, se sienta en la cama permanece en silencio un
instante se levanta e inmediatamente se cuelga
de la ventana la abre y las nubes siguen intactas, el cielo blanco y una especie de humo estancado que
cubre la ciudad, agacha la cabeza y arrastrando los pies llega a la cocina , carga
la pava de agua y a la apoya suavemente sobre la hornalla como todas las
mañanas, pero esta vez el mate lo preparó con desanimo.
Su dilema es si emprende o no el viaje que tantas ganas tiene de hacer,
pero el clima no la acompaña, sentada en la mesa de la cocina mientras tomaba
uno y otro mate, su cara estaba relajada pero su ceño sigue fruncido, y sus
ojos van de la pava al reloj.
Se cambia con la ropa que había quedado acomodada
del día anterior, impecable, se mira varias veces al espejo, se recoge el
pelo, luego lo suelta y termina con
media cola, entre sus varios perfumes elige el preferido, se vuelve a mirar al
espejo controlando que todo vaya bien , y sale, corrobora que la puerta este
cerrada, tocando el picaporte del lado de afuera, empieza a caminar hacia el
auto que estaba a un metro de distancia y ni lo ve, es como si caminara sobre
una fuente de vapor frío, las calles están húmedas, ya era horario de que empiece a amanecer pero el
sol no tiene en sus planes ni asomarse.
Enciende el auto y con el ruido a motor de fondo,
deja caer los brazos, su mente esta repleta de preocupación, hay que
arriesgarse para vivir le dicen sus ganas, pero el pajarito le recuerda que es
muy peligroso salir. Con una mirada perdida
hacia el frente toma conciencia,
el miedo la agobia, pasa su mano sobre el pelo 2 o 3 veces, y ni se mueve, Ana
esta inquieta, su atmósfera preocupada, pero igualmente decide cancelar el viaje.
La mujer del pasado
De su rostro solo se ve cómo sus dos ojos celestes iluminan
el camino sombrío que tiene enfrente, un camino que tiene clausurado, que no
puede transitar por sí sola dejándose guiar por sus deseos y necesidades. Un camino turbio que está truncado por el
hombre, por el ser humano en su esencia quien arrastró mandatos de aquellos a
quienes se les cantó promulgar que la mujer era cuasi un objeto. Dos orificios
con un bello color, con una luz vigorosa y penetrante que a gritos pide libertad, demanda decidir por sí
misma y así dejar de ser sometida y
manejada cual si fuera un ente, pide poder crear y transitar su propio sendero como
ser individual sin tener que ser obligada a decidir y a hacer, sin tener que
acatar y agachar la cabeza cada vez que un hombre la maltrata o la señala con
el dedo exigiéndole su cumplimiento.
Una túnica negra le
envuelve el resto de su rostro, apenas pudiendo oír y oler, pero sin dudas bloqueando
su boca sin dejarla expresarse.
La intensidad de la
luz celeste que sale de esa mujer quiere
despejar el camino para poder ser, y así poder entregarse al placer dejando
atrás lo más arduo; su propia castración, la que le impide disfrutar sin culpa,
pero sabiendo que es lo más difícil de
despojar. Y si el camino se logra desembrazar también podrá darle vía libre a su albedrio, a su deseo, y así
poder arrebatarle el control remoto de su vida a quien lo tenga.
Estrellas lunáticas.
La noche llega sin que
nadie la llame, algunos la desean otros la detestan. Puede que alguien en
soledad quiera que pase rápido, y otro acompañado que sea eterna. Pero de todos
modos se impone con su inmensidad negra y vemos como las estrellas nos regalan
un espectáculo. Cada una tiene su lugar fijo, algunas brillan más, y otras
menos. Entre ellas se pusieron de acuerdo para formar constelaciones eternas.
Algunas están más lejos y otras más cerca. Cada tanto se camufla algún satélite
que quiere hacerse pasar por una estrella, pero su desplazamiento lo delata.
También nos traen suerte, esas son las estrellas fugaces, que caen rendidas
deshaciéndose en la infinidad oscura, y nos regalan la oportunidad de pedir un
deseo. La luna no quiere pasar desapercibida, también da su espectáculo
cambiando de fases, a veces mas sumisa y otras con su orgullo se impone frente
a las estrellas opacándolas con su luz.
Comodidad incómoda.
Éramos tan
afortunados que nos teníamos. Nos deseábamos. Nos necesitábamos. Parecíamos un
ombligo mudo, no podíamos ver más allá de ese centro derrumbado.
Nuestras
miradas enredadas se entretejían, tratando de llegar a algún lado, pero no
había caso, estábamos abatidos.
Éramos
esclavos de nuestros sentimientos y parecía que no había salida. Teníamos la esperanza de encontrar en algún
lado la libertad. Pero aun no estábamos preparados para no tenernos. Ninguno
podía sentir ese gran vacío necesario, porque sentíamos que nos necesitábamos a
pesar del daño que nos hacíamos.
El sol nos
enfriaba cada vez más, moribundos, solo balbuceábamos libertad.
Domingo
Me despierto,
una confusión recorre mi cuerpo, no recuerdo bien qué pasó anoche, miro el
reloj y son las 7 de la mañana, siento los vestigios del bruxismo. Tomo mi ropa
del suelo y comienzo a cambiarme. Cuando estoy lista, me acerco a la puerta y
salgo.
Comienzo a
caminar, la ciudad se enmudeció, está totalmente sosegada, y el cielo se
estancó en el color blanco. Sólo se escuchan mis pasos, y si cada tanto piso,
alguna hoja seca.
Voy mirando
hacia adelante, y escucho un llanto agudo a lo lejos, me voy acercando, es una
mamá acunando a su bebé que no se puede dormir. Sigo camino y de atrás siento
la cadena de una bici vieja quejándose, me doy vuelta y es un señor apenado con
ropa de seguridad yendo a trabajar. Una ráfaga de olor a alcohol y cigarrillo llega
a mi olfato, es una adolescente despeinada y con los tacos en la mano que
vuelve de bailar. Sigo deambulando, y no entiendo mucho. De pronto empiezo a
toser por la tierra suspendida en el aire que chocó con mi nariz; es una señora
mayor que está barriendo la vereda. A lo lejos viene un auto, y es un taxi. Se
me hace agua la boca al sentir el olor a pan caliente que lleva el abuelo. Voy
llegando al centro y dos o tres señores con el diario debajo del brazo van en
busca de un café. Freno, pienso todas las personas que crucé en el camino y
entiendo todo. Doy media vuelta y retomo la caminata hacia mi casa a seguir
durmiendo. Me confundí de día.
martes, 1 de septiembre de 2015
Vestigios de algo lindo
El cielo
esta eternamente negro, sin embargo, observo como las estrellas y la luna le
dan vida a la oscuridad.
Mis ojos están incrustados en esa noche, pero de a
poco, la pesadez de mis párpados los hacen descender, al mismo tiempo mis
pupilas solo ven negro.
Tu imagen atrevida se me cruza, y sin mi consentimiento aparecen todos los recuerdos de lo que fue nuestro amor. Comienzo a sentir como si tragara algo vacío,
y ese vacío seco comienza a caer despacio por el interior de mi cuerpo ,
dejando frío cada sitio que toca. Luego a penas debajo de mi pecho se convierte en un nudo que me deja sin respiración.
Con la garganta seca y empeño, levanto mis parpados y así vuelvo a ver la luz,
ante tanta inmensidad oscura.
El deseo en las siluetas
Nuestras siluetas
enfrentadas, vos siempre tan elegante y yo con mis pantalones anchos. La
remera holgada estaba como si se quisiera caer de mi hombro, el sostén descansando en
la cama y mis pies fríos rozando el piso.
Mi piel pálida, las ojeras haciéndose notar.
Yo te miro y se me cae la ropa, es la desilusión mezclada con las ganas. Desvío la cabeza hacia arriba para encontrar tu mirada, y ahí están tus ojos, esos ojos que se entrelazan con los míos y de ese encuentro hacen una fiesta.
Mis dos brazos agotados a los costados de mi cuerpo. Levanto una mano con empeño y va directo a tu mejilla. Cuando intento tocarte, tu imagen desaparece. Cierro los ojos buscando la esperanza de que estés ahí, los vuelvo a abrir y no estás.
Sólo quedan vestigios de tu aroma.
Mi piel pálida, las ojeras haciéndose notar.
Yo te miro y se me cae la ropa, es la desilusión mezclada con las ganas. Desvío la cabeza hacia arriba para encontrar tu mirada, y ahí están tus ojos, esos ojos que se entrelazan con los míos y de ese encuentro hacen una fiesta.
Mis dos brazos agotados a los costados de mi cuerpo. Levanto una mano con empeño y va directo a tu mejilla. Cuando intento tocarte, tu imagen desaparece. Cierro los ojos buscando la esperanza de que estés ahí, los vuelvo a abrir y no estás.
Sólo quedan vestigios de tu aroma.
Desde abajo
La casa esta opaca, el living es muy amplio con techo alto y enormes
ventanales que dan al jardín, el cielo se ve gris, los arboles están desnudos sus hojas amarillas visten el suelo, se siente vacío frío y una suave ráfaga de
aire que toca mi nariz huele a humedad, hay varias personas sentadas en los radiantes
sillones blancos, apoyando sus tasas en la mesa ratona y yo en el corralito.
Logré pararme agarrándome de la fina soga que me separa de los adultos, mis dedos se entrelazaron
fuertemente, la soga no podía respirar, y ahí quedé intacto, mis ojos se
agrandaron ,casi ni parpadean y con solo 50 cm de altura observo, ellos toman
el té, hay un hombre y dos señoras,
recorrí el rostro de cada uno de ellos, los peinados están fijos, los ceños se fruncen, los ojos se agrandan y achican, las bocas no dejan de
expresar su asombro y conversan, las
voces todas juntas suben y bajan, quejas ruidos, gritos la verdad yo no entiendo mucho, pero
el ambiente está invadido por olor a preocupación, la atmósfera está muy
densa.
Mis dedos se fueron relajando, uno a uno, hasta que me solté,
la soga respiró y yo me desplomé en el colchón,
como cuando un fruto cae de su árbol, por la fuerza de la gravedad y la necesidad de no
escuchar, y allí están mis juguetes, por fin silencio, por fin me encontré con
el alivio. La paz se siente acá abajo.
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